3. Leyenda Negra/2


Siguiendo con la Leyenda Negra de la colonización de américa, volvamos a la población indígena: mientras en los Estados Unidos de hoy, donde están registradas como <<miembros de tribus indias>> aproximadamente un millón y medio de personas, en el sur la situación es exactamente la contraria; en la zona mexicana, en la andina y en muchos territorios brasileños, casi el noventa por ciento de la población o bien desciende directamente de los antiguos habitantes o es fruto de la mezcla entre los indígenas y los nuevos pobladores (y africanos, en el caso de Brasil).

Las formas de conquista de las Américas se originan precisamente en las distintas teologías: los españoles no consideraron a los pobladores de sus territorios como una especie de basura que había que eliminar para poder instalarse en ellos como dueños y señores. Los protestantes en cambio, influenciados por la teología de la predestinación (el indio es subdesarrollado porque está predestinado a la condenación, el blanco es desarrollado como signo de elección divina), no dudaron en exterminar a los nativos de los territorios que fueron conquistando. Así ocurrió no sólo en américa y con los ingleses, sino en todas las demás zonas del mundo a las que llegaron los europeos de tradición protestante: el apartheid sudafricano, por citar el ejemplo más clamoroso, es una creación típica y teológicamente coherente del calvinismo holandés (sorprende que la Conferencia de obispos católicos sudafricanos se sumaran sin mayores distinciones a la <<Declaración de arrepentimiento>> de los cristianos blancos hacia los negros de aquel país).

El término <<exterminio>> no es exagerado. Muchos ignoran que la práctica de arrancar el cuero cabelludo era conocida tanto por los indios del norte cuanto por los del sur, pero entre estos últimos, desapreció pronto, prohibida por los españoles. La enciclopedia Larousse dice <<La práctica de arrancar el cuero cabelludo se difundió en el territorio de lo que hoy es Estados Unidos a partir del siglo XVII, cuando los colonos blancos comenzaron a ofrecer fuertes recompensas a quien presentara el cuero cabelludo de un indio fuera hombre, mujer o niño.>> En 1703 el gobierno de Massachusetts pagaba doce libras esterlinas por cuero cabelludo, lo que motivó que la caza de indios -organizada con caballos y perros- no tardara en convertirse en una suerte de deporte muy rentable.

Nadie niega que también hubo innumerables muertes de indios en América Central y del Sur, pero nunca como para estar al borde de la extinción, y este exterminio no se debió exclusivamente a las espadas de acero y armas de fuego (que por la humedad, no siempre funcionaban), sino a los invisibles y letales virus del Viejo Mundo.

El choque microbiano y viral que en pocos años causó la muerte de la mitad de la población autóctona de Iberoamérica fue estudiado por el grupo de Berkeley, formado por expertos de esa universidad. El fenómeno es comparable a la peste negra, que procedente de India y China, asoló Europa en el siglo XIV. Enfermedades como la tuberculosis, la pulmonía, la gripe, el sarampión o la viruela eran desconocidas en el nicho ecológico aislado de los indios, como también lo fueron para los españoles las enfermedades tropicales de aquéllos, frente a las cuales carecían de las defensas inmunológicas necesarias. Faltaba aún mucho para Pasteur.


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